Coronavirus, trabajo y migración
La pandemia de la COVID-19 ha generado una serie de consecuencias tanto en los flujos migratorios hacia Europa, como en el tratamiento que los inmigrantes han recibido en razón de la aplicación de las medidas de confinamiento, la pérdida de empleos derivada de la contracción económica de 2020 y, más recientemente, a su inclusión de en los planes de vacunación de cada país perteneciente a la Unión Europea.
La contracción económica en sí misma es un factor expulsor de migración, que se puede percibir en las economías europeas. El Reino Unido, por ejemplo, tiene alrededor de 1,7 millones de personas en paro. Recientemente, se evidenció que la población británica está experimentando una caída de su población, muy relacionada con el éxodo que la pandemia ha generado en la ciudad de Londres. Se sabe que al menos 1,3 millones de personas han abandonado el país entre el tercer trimestre de 2019 y el tercer trimestre de 2020, de acuerdo con datos del Centro de Excelencia de Estadística Económica. Solo Londres ha perdido unos 700 mil habitantes que tienen en común el haber nacido en el extranjero1. En este caso, se debe tener en cuenta que en estas cifras se incluyen inmigrantes desde países de la Unión Europea y desde países extracomunitarios.
Como ha ocurrido también en países como España, las personas migrantes suelen ser más vulnerables a la pérdida de empleo, debido al tipo de labores que suelen realizar, a menudo en el sector de servicios, lo cual ha generado algunos temores por la escasez de fuerza de trabajo.
Por otra parte, las medidas de confinamiento suponen todo un reto para las personas migrantes en situaciones irregulares. Los confinamientos estrictos implicaban permanecer sin acceso a recursos para la adquisición de alimentos. Esta carencia fue solventada con ayudas gubernamentales para todas las poblaciones, salvo aquellos grupos de personas que permanecían en la irregularidad. En el caso de España, se dispuso que el sistema de acogida de refugiados, migrantes y solicitantes de asilo mantuvieran los programas de ayudas económicas, e incluso se flexibilizó el protocolo que exigía la presentación de determinados documentos, mientras durase el estado de alarma. Sin embargo, estas medidas no contemplaban ningún tipo de disposición en favor de migrantes ilegales sin interacción con el sistema de acogida, razón por la cual los mecanismos de solidaridad entre inmigrantes y las ayudas de organizaciones no gubernamentales han sido fundamentales2.
Inmigrantes como portadores del virus
El coronavirus también ha sido instrumentalizado para tratar de obstaculizar todavía más el arribo de migrantes a través del mar Mediterráneo. Aparte del cierre de puertos propiamente, también se ha tratado de estigmatizar a la población migrante como portadores del virus.
El debate entre la protección de la ciudadanía europea y los derechos de las personas migrantes no hizo sino agudizarse en los periodos más difíciles de la pandemia. Así fue que en el mes de abril de 2020, el gobierno italiano aprobó el cierre de puertos luego de la solicitud de autorización para atracar del barco Alan Kurdi, con 150 migrantes, medida que generó una situación de gran caos. Fue a partir de entonces cuando Italia comenzó a disponer de embarcaciones para que los migrantes pasaran un periodo de cuarentena, antes de poder llegar a puerto, lo cual era la alternativa a las devoluciones en caliente3.
La interacción entre los campos de refugiados, fundamentalmente en Canarias y en la isla griega de Lesbos con el coronavirus ha derivado en verdaderas crisis y en situaciones de grave violación a los derechos humanos de las personas refugiadas. El incendio producido en el mes de noviembre de 2020 en el campo de Moria, cuando unas 12 mil personas se quedaron sin techo, incluyendo una proporción importante de mujeres y de niños y niñas, puso a prueba la solidaridad de los gobiernos de los diferentes países. A dicha situación se arribó en buena medida por la renuencia de los miembros de la Unión Europea a retener a las personas refugiadas en campos, evitando así su traslado a otros países, así como su ingreso en los sistemas de acogida respectivos. La crisis de la pandemia sirvió en buena medida de excusa para prolongar una situación a todas luces insostenible, siendo que se disponía de los recursos suficientes para evitar tales eventos, y controlar la propagación del coronavirus4.
Vacunación de inmigrantes
La crisis del coronavirus supuso un quiebre en materia de solidaridad entre naciones. Durante los primeros meses de la pandemia eran frecuentes las noticias de encarnizadas disputas entre países para controlar y efectuar decomisos de material de protección contra el virus, y en particular las mascarillas. Más recientemente, asistimos a un nuevo capítulo de esta misma historia, pero esta vez con las vacunas recientemente desarrolladas, y que terminaron por ser controladas por los países más ricos, relegando a los demás a la espera. En este caso, se han ignorado las advertencias de expertos quienes señalan que en realidad la vacunación solo será efectiva si se realiza de forma coordinada a nivel mundial.
En este sentido, cabría preguntarse cuál es la disposición de la Unión Europea en este particular. La Comisión Europea emitió recomendaciones para los planes de vacunación entre las que se incluye la consideración de las personas refugiadas, particularmente las que se encuentran en centros de internamiento o en campos. En un sentido parecido opinaba el Centro Europeo de Control y Prevención de Enfermedades, que sostenía que tanto migrantes como refugiados debían considerarse como grupos vulnerables, y que debían recibir la vacuna.
Ahora bien, el acatamiento de estas recomendaciones no es unánime, aunque todavía no se sabe con certeza cuál será la actuación de cada país, debido a que no todos lo han especificado en sus planes. Sin embargo, ya se conoce que el gobierno de Polonia solo vacunará a las personas extranjeras con residencia legal. Mientras que países como Alemania, Países Bajos, Francia y España sí incluyen a personas extranjeras en sus propios planes. Además, se sabe que el gobierno griego, con el apoyo del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, están avanzando en la vacunación de personas que permanecen en campos de refugiados en Grecia5.
Se puede concluir, luego de una observación de los procesos en donde interactúan el coronavirus con las personas inmigrantes y refugiadas en la Unión Europea, que no hay una política común para abordar el problema, de manera que algunos países han mostrado mucha más solidaridad y disposición de respetar los derechos humanos de estas poblaciones que otros.
Referencias
1 Disponible en: https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-55855960
2 Disponible en: https://www.europapress.es/epsocial/migracion/noticia-gobierno-garantiza-ayudas-migrantes-refugiados-sistema-acogida-crisis-covid-19-20200320162745.html
3 Disponible en: https://www.efe.com/efe/espana/destacada/el-miedo-al-virus-no-viaja-en-patera/10011-4263093
4 Disponible en: https://www.efe.com/efe/espana/sociedad/unos-200-refugiados-entran-en-el-nuevo-campo-de-lesbos-las-primeras-24-horas/10004-4341671
5 Disponible en: https://www.lavanguardia.com/vida/20210210/6232388/paises-europeos-refugiados-vacunacion-covid.html