La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) ha señalado que la irrupción de la pandemia de la COVID-19 en la región vino a exacerbar los ya altos niveles de desigualdad, informalidad laboral, desprotección social y vulnerabilidad presentes en los países latinoamericanos y caribeños, caracterizados por sistemas de protección social débiles, fragmentados, y por la presencia de asentamientos urbanos marginados con limitado acceso a servicios públicos.1
Por otro lado, la región también concentra el segundo número más alto de muertes por el virus después de Europa, con un registro de 601.256 fallecimientos2. Para el 8 de marzo de 2021, Brasil y Colombia se ubicaban como los países con el mayor número de casos confirmados de COVID-19 en América Latina y el Caribe. Brasil a la cabeza, con 11.019.344 contagios, seguido por Colombia, con una cifra de 2.276.656 casos3. De esta cifra, se recuperaron 2.180.777; fallecieron 6.598 personas; y se mantienen activos alrededor de 30 mil casos, según datos del Ministerio de Salud de Colombia.
Ante la crisis sin precedentes derivada de la pandemia de la COVID-19, el gobierno de Iván Duque ha implementado una serie de medidas restrictivas orientadas a detener la propagación del virus SARS–CoV–2, tales como confinamiento, cuarentena, aislamiento preventivo y restricciones de movilidad. No obstante, organismos internacionales y estudios académicos han advertido que dichas medidas han provocado un considerable aumento de la pobreza y la desigualdad a nivel global, siendo perjudicadas, principalmente, las personas que trabajan en la economía informal y que dependen de los ingresos que generan diariamente.
El 12 de marzo de 2020, tras seis días de la confirmación del primer caso de COVID-19 en territorio colombiano, las autoridades gubernamentales declararon el estado de emergencia sanitaria para la contención del virus, y posteriormente, el 24 de marzo, la cuarentena obligatoria nacional por 19 días, medida que para la fecha únicamente había sido adoptada en la región por los gobiernos de Venezuela y Argentina. En el caso colombiano, la cuarentena fue solicitada por diversas organizaciones del sector de la salud, las que instaron al gobierno, en una carta pública, a la aplicación de “medidas más drásticas de las que se han tomado hasta la fecha, para evitar los nefastos cambios de indicadores epidemiológicos que ha sido una constante en esta crisis”.4
El Decreto 457 contempló la restricción de la libre circulación de personas y vehículos en el territorio nacional, la suspensión del transporte doméstico por vía aérea y la imposición de sanciones penales (como multas y encarcelamiento) a quienes incurrieran en una violación de la normativa. Como era de esperarse, estas medidas tuvieron efectos negativos sobre la actividad económica y, en consecuencia, generaron la pérdida de empleos e ingresos para un amplio sector de la sociedad colombiana, históricamente marcada por la desigualdad, la discriminación y la exclusión social.
Mientras las personas ubicadas en estratos medios y altos de la población poseen condiciones socioeconómicas para hacer frente a las medidas de aislamiento y confinamiento, las que se encuentran en estratos bajos y medio-bajos ven especialmente afectados sus ingresos ante el descenso del empleo informal y las restricciones de movilidad, además de estar expuestas a un riesgo mucho mayor de contraer el virus.5
Este fue el contexto que impulsó a una parte importante de migrantes de origen venezolano que se encontraban en Colombia a emprender el viaje de regreso a su país, precisamente debido a que esta población sobrevivía fundamentalmente en la economía informal. Sin embargo, como consecuencia de las medidas de cierre de fronteras, las personas que retornaban se vieron obligadas a utilizar pasos irregulares, con los riesgos que todo ello comporta.
Debido a que el retorno de personas venezolanas se produjo en varios países de la región, por Colombia transitaron personas provenientes de Perú, Ecuador y Chile, que forzosamente tenían que buscar alternativas a los pasos fronterizos clausurados para poder llegar a Venezuela. Se estima que entre la frontera entre Colombia y Venezuela pasaron más de 200 mil personas entre marzo y diciembre de 2020, buena parte de ellas en condiciones muy depauperadas.6
Un estudio realizado por la Universidad de los Andes sobre el patrón socioeconómico en la ciudad de Bogotá, arrojó que los grupos socioeconómicos más vulnerables están expuestos a un mayor contagio de la COVID-19. Por ejemplo, hasta julio de 2020, en el estrato 1 hubo 93 contagios y 3,1 muertes por cada 10.000 hogares; en el estrato 2 hubo 56,4 contagios y 2 muertes; mientras que en el estrato 6 solo 8 contagios y 0,6 muertes. Es decir, “más de 10 veces es la diferencia de contagios entre los de arriba y los de abajo”. Por la forma como se integró la población venezolana a la economía colombiana, es de suponerse que esta población respondía a las características de los estratos más bajos, así como sus mayores riesgos para la infección por coronavirus. Este hecho se ve constatado por la información recopilada por las autoridades sanitarias venezolanas a través de los dispositivos instalados en los pasos fronterizos desde el mes de marzo de 2020, en donde fue evidente que conforme pasaron los meses, la cantidad de personas infectadas provenientes de Colombia fueron en ascenso.7
Por otra parte, el flujo de migrantes hacia los Estados Unidos de América, y que pasa por el Tapón del Darién, entre Colombia y Panamá, se vio ralentizado como consecuencia de la pandemia. Sin embargo, se registró que entre enero y octubre de 2020, las autoridades panameñas interceptaron a 287 migrantes africanos que provenían de Colombia, que constituye uno de los países de paso. En 2019, esta cifra era de alrededor de 5 mil personas. Se debe tener en cuenta que por lo general, los migrantes provenientes de países de África y Asia viajan en avión hasta algún país con frontera con Colombia con visas de turistas, para luego internarse en territorio colombiano y continuar su viaje hasta el norte, pagando coyotes en cada frontera. La suspensión de vuelos implicó una caída de este flujo.8
En este sentido, la dinámica migratoria en Colombia durante la crisis pandémica se ha visto claramente alterada. Por una parte, se produjo la migración venezolana de retorno, tanto desde el propio territorio colombiano como desde otros países de la región y por el otro lado, las migraciones hacia Panamá, provenientes de África y Asia, han quedado suspendidas, salvo para quienes ya se encontraban en el continente americano al momento de iniciarse la suspensión del tráfico aéreo intercontinental.
Referencias:
1 Disponible en: https://www.cepal.org/es/comunicados/pandemia-provoca-aumento-niveles-pobreza-sin-precedentes-ultimas-decadas-impacta
2 Disponible en: https://ticotimes.net/2021/02/03/latin-america-and-caribbean-top-600000-covid-19-deaths
3 Disponible en: https://es.statista.com/estadisticas/1105121/numero-casos-covid-19-america-latina-caribe-pais/
4 Disponible en: https://www.eltiempo.com/uploads/files/2020/03/17/20.03.16%20-%20GREMIOS%20MEDICOS%20-%20Carta%20al%20Presidente%20Duque.pdf
5 Disponible en: https://www.france24.com/es/20200406-colombia-tela-roja-ayuda-coronavirus-pobreza-cuarentena
6 y 7 Disponible en: https://sures.org.ve/wp-content/uploads/2020/09/VISION-PANORAMICA-SOBRE-EL-COVID-19-Y-LA-MIGRACION-VENEZOLANA.pdf
8 Disponible en: https://www.eluniverso.com/noticias/internacional/pese-a-peligros-en-rutas-africanos-eligen-america-para-escapar-de-crisis-y-pobreza-en-sus-paises-nota/